Tatuaje de despedida.

 Me tatué tu despedida en la muñeca, por si algún día de poca dignidad se me ocurriera buscarte.
Ese tatuaje sirve de recordatorio de toda nuestra historia de amor, esas pocas palabras, hablan tanto de vos como del nulo amor que me tenías, esas letras que seguramente escribiste apurada, esquiva, sin siquiera pararte a pensar en cómo lo tomaría yo. En ese corto pero conciso mensaje, pusiste fin a nuestra relación. Siempre admiré tu manera tan resolutiva de hacer todo, con vos la vida funcionaba así, crudo, rápido, instantáneo, y nuestro amor no fue diferente.
Duramos lo suficiente, para que creyera en un futuro juntos que jamás funciono.
Lo suficiente, para destrozar mi autoestima y el poco amor propio, que me dejó una vida media complicada.
Pero volviendo a la frase, el tatuador me pregunto la historia, después de contarle, sentí su mirada de lástima, creo que le di un poco de pena, y es que esa frase encierra lo poco que me quise yo y lo mucho que te ame a vos.
No sé si debería agradecerte que no me lo hayas dicho en persona y que solo lo hayas dejado en nuestra heladera.
Pero es digno de resaltar que hasta tu despedida fue admirable,
mi heladera y mi muñeca rezan:
"El amor y tus pelotudeces me hacen perder el
 tiempo.”

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