Quietud.
Cuando el estómago se te sube en un ascensor, cuando el piso pareciera moverse debajo de tus pies, el mareo de la mañana acompañando la resaca, el día siguiente de la muerte de un familiar, el minuto después de parar de llorar hasta vaciarte, el vacío, cuando el sonido de la heladera se apaga y de repente notas con claridad el verdadero silencio. Todo se mueve y cambia tan rápido. Que solo necesito un poco de la nostalgia, recordando los momentos de quietud. Esos momentos de pura contemplación, de espacio en blanco, creo que ahí, puedo comprender la vida y realmente sentirme despierta, casi realmente viva. Hace un tiempo que reflexiono mucho sobre la calma que solo se puede hallar en lo lento de la vida, cuando te encontrás por un momento simplemente contemplando el cielo, en un desayuno sin prisa, en las respiraciones profundas y pausadas. Se necesita la pausa para ir a lo profundo, y se requiere profundidad ...